
El argumento gira en torno a la misión de Genly Ai, un emisario de la liga de mundos Ekumen que debe tratar de convencer a los dirigentes del mundo Invierno para que se unan a Ekumen. Invierno es un planeta con unas condiciones climáticas durísimas debido a sus gélidas temperaturas. Sus habitantes tienen una peculiar característica: no tienen género definido, sólo una vez cada 28 días entran en un periodo de "celo" en el que aflora su libido y su sexo, que puede ser tanto masculino como femenino, y no siempre tiene porque ser el mismo. De esta forma una persona puede llegar a ser tanto madre como padre. La asexualidad de los habitantes del mundo da juego a la autora para plantearse cómo sería una sociedad dónde las características propias del sexo no existieran. La humanidad quizás sería más dócil y quizás no habría guerras, pero tampoco tendría el arrojo necesario para hacer avanzar la sociedad.
Esta reflexión es bastante interesante, pero el desarrollo de dicha idea no me llega a convencer para compensar ciertos aspectos de la novela que me gustan menos. Y es que los personajes de la novela no llegan, por lo menos a mí: a el protagonista Genly Ai y su protector en el mundo Estraven les falta algo de garra. Entre los dos existe una relación compleja, difícil, de complicidad y muy sutil, que quizás atraiga a más de uno, pero que a mí no me ha terminado de llegar. Además aunque la ambientación del mundo helado está más que lograda, el argumento en sí tampoco me llega a seducir del todo.
En definitiva aunque es una novela con planteamientos interesantes, a mi no me ha llegado a convencer como otras galardonadas con los premios antes mencionados.
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