Corrían los primeros años de la década de los 50, y en las Vegas Bajas del Guadiana esperaban unos pueblos vacíos recién construidos y junto a estos pueblos esperaban también nuevas tierras para ser cultivadas. El Plan Badajoz estaba a punto de ejecutarse. Varios años atrás durante la República se planificó dicho plan, consistía en convertir las tierras cercanas al Guadiana pacense en cultivos de regadío mucho más rentables que lo que había hasta el momento, y que dieran mayor dinamismo económico a la zona. Además de esto se pretendía una mayor división de las tierras, y que quienes trabajaran la tierra obtuvieran parte de su beneficio, lo que provocó el enfado de los cuatro terratenientes que antes las poseían.
Muchos hombres y mujeres partieron de lugares lejanos para colonizar estos nuevos pueblos, cada familia que llegara dispondría de una casa en propiedad. Además podrían vivir trabajando en una parcela de 4-5 hectáreas utilizando una vaca y una yegua. Tanto el trozo de tierra como los animales en principio eran propiedad del Instituto Nacional de Colonización, pero poco a poco serían pagados con los propios beneficios de las cosechas y las crías de los animales.
Uno de estos colonos oriundo de Santa Amalia partió de una finca de Cornalvo en dirección a uno de los nuevos pueblos: Guadiana del Caudillo. Tomó prestado de su padre una mula para llevar a su mujer embarazada e iniciaron el viaje temprano de madrugada. Un día entero tardaron en realizar los 60 kilómetros y llegar a su nuevo hogar. Sin embargo, el colono tenía que volver, había de devolver la mula a la finca donde trabajaba su padre. Así que tras dejar a su esposa realizó de nuevo un viaje de ida y vuelta teniendo que volver sólo y andando. Tras unos meses nació el primer niño que se bautizó en la iglesia de este pueblo de colonos. Ese niño fue mi padre.
Después de muchos años todo ha cambiado, hoy en día nos parece impensable que hace tan poco tiempo la mejor forma de viajar para nuestros abuelos era sobre una mula por un camino pedregoso.
Mi abuelo con mucho trabajo y sacrificio pudo sacar adelante su familia de tres hijos trabajando sus cuatro hectáreas, sin embargo, hoy en día nadie puede vivir de los beneficios que da una parcela de este tamaño; es más, en muchos casos sólo sale rentable su cultivo gracias a las subvenciones. Sin embargo, estos cultivos han permitido que en la zona se desarrolle cierta industria conservera y de transformación de alimentos que sí que da de comer a mucha gente.
Hola amigo:
ResponderEliminarSolo un comentario. No se les dio una casa y la yunta. La han estado pagando 50 años. Les ha salido a precio de oro. Un saludo de un guadianero.
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ResponderEliminarEfectivamente tienes razón, he preguntado y tanto la casa, las tierras y los animales no fueron regalados, se tuvieron que pagar durante bastantes años.
ResponderEliminarEn cualquier caso la idea de este artículo es rendir homenaje a nuestros abuelos y padres que han conseguido con un duro esfuerzo hacer de la comarca una de las más prósperas de Extremadura, (aunque como todos sabemos aún nos queda mucho en que mejorar)
Ya te digo que las han pagado.
ResponderEliminarMuchas personas, viendo las casas q hay en estos pueblos y esas 5 hectareas q ahora valen tanto dinero (aunque más valen unas mierdas de pisos en las ciudades..), q vaya regalo q hicieron, pero tan chollo no serían cuando hubo tantas familias q aun regaladas, las abandonaban y se iban a la emigración.
Lo q pasaron esos colonos, no esta en los escritos...
un sal2,
Pasaron.