Minutos antes de realizar la votación recordó cuando subió al poder hace cuatro años. Después de una gran campaña electoral el pueblo español le eligió para dirigirles, para sacar a la nación de la mayor crisis en mucho tiempo. Él sabía que era inteligente, honesto y tenía ideales. En aquellos mítines cuando proclamaba que con él todo iba a ir mejor y que tenían un plan no pensaba realmente en cómo hacerlo, pensaba en cual era la mejor forma de llegar al poder. Después ya se rodearía de los mejores, conocía a gente muy válida, los mejores de la nación. Con ellos y con su capacidad de dirigir podría llevar a su pueblo a momentos mejores, construir una nación más justa, esa era su intención, de verdad que su vocación era esa. Sin embargo, durante estos cuatro últimos años todo fue una pesadilla. Una vez en el poder, se dio cuenta de que tenía mucho menos margen de decisión del que pensaba. Todo eran presiones para tomar tal decisión o tal otra, todos a su alrededor tenían intereses, y pocos estaban alineados con los de los españoles. Se había dado cuenta de que la democracia y el capitalismo actual se habían quedado obsoletos, por más que le daba vueltas ya no funcionaban. Y por ello iba a hacer que todo el sistema político cambiara dentro de unos minutos.
Todo empezó en Grecia. Hace dos años la Unión Europea se cansó de intervenir en la política griega, ese país parecía que ya no tenía remedio, era un caos, cada vez más deuda, más paro, más miseria y más revueltas, nada funcionaba. Hasta que Zeus entró en acción. La Unión Europea hizo desaparecer de un plumazo a todos los políticos del país y los sustituyó por un sistema informático, Zeus era su nombre. Se trataba de un sistema gestor de todos los recursos del país: naturales, económicos, humanos y tecnológicos. Sus algoritmos de optimización consiguieron que todos los griegos se pusieran a trabajar en ocupaciones según la demanda de servicios o de bienes que se necesitaran. Desaparecieron todos los puestos de trabajo que podían ser sustituidos por un sistema informático, desaparecieron bancos y todo tipo de intermediarios. Esos servicios cuya mano de obra hacían que antes tuvieran un coste, ahora se ofrecían gratis. Zeus sabía que empleos eran realmente productivos basándose en la demanda interior y exterior, y promovía la creación de dichas ocupaciones, llegando a conseguir el pleno empleo. Los hombres de negro de Bruselas sólo tenían que ajustar algunos parámetros para indicarle en qué áreas el país debía mejorar, y Zeus realizaba sus cálculos de organización de masas y ejecutaba el plan de acción. El resultado fue espectacular, en dos años el país creció mucho más de lo esperado, tanto que esos parámetros que en un primer momento priorizaban la mejora de la economía, se reprogramaron para que mejorara la educación, sanidad y felicidad de los ciudadanos. Y mejoraron, Grecia después de 2500 años volvía a ser el lugar de referencia de Europa.
Aquello que pasó en el país heleno, había convulsionado Europa, y especialmente las últimas elecciones españolas. El hemiciclo se fragmentó en decenas de partidos. Varias formaciones políticas nuevas se habían erigido como defensoras de la tecnolocracia, el término con que la prensa había bautizado al poder en manos de las nuevas tecnologías. Yo mismo, líder de uno de los dos partidos tradicionalmente mayoritarios he llegado a la conclusión de que es lo mejor. Un sistema informático no se verá afectado por presiones, no puede corromperse, no se cansa y ahora que dicen que estamos a las puertas de la singularidad tecnológica tiene más capacidad que un grupo de personas para procesar el estado de todo el país de una forma objetiva. Es la solución, y con mi voto a partir de mañana, los políticos del parlamento solo supervisaremos el buen funcionamiento del sistema. En nuestro caso no habrá hombres de negros, la aplicación informática que en breve dirigirá nuestros destinos nos proporcionará una nueva forma de democracia más avanzada, ya que serán los propios ciudadanos los que día a día indicarán al sistema si hay que mejorar la sanidad, su economía, o la educación, y en base a este feedback los algoritmos informáticos optimizará su sistema de organización del Estado.
Esto es historia, acabo de pulsar el botón, he votado por la tecnolocracia, el mundo ha cambiado.
Escusha amigo esta historia de unos duendes que viven conmigo… Los trabubus a mí me dicen al oído que son invisibles y me cantan sus canciones.
martes, 10 de diciembre de 2013
domingo, 11 de agosto de 2013
La Ardilla
Dicen que hace quinientos años una ardillla podía recorrer España desde Gibraltar hasta los Pirineos de rama en rama. De ahí viene mi nick: Ardilla, sólo que en lugar de ramas yo utilizo la red. Las redes sociales se me habían quedado pequeñas, así que empecé detectando las redes wi-fi fácilmente crackreables cerca de mi casa y me metí en sus casas, en el contenido de sus discos duros, en las tarjetas de sus teléfonos. Ahí están las fotos que no publican en Facebook, los número de teléfonos de sus amigos, o sus documentos de trabajo. Después quise ir más allá, me di cuenta que si podía acceder a la wi-fi del vecino, desde su ordenador podía acceder a la wi-fi del vecino que está más lejos, y así sucesivamente. Casi nadie pone interés en proteger su conexión inalámbrica, así que como la ardilla medieval, yo he podido llegar a casi cualquier sitio de España de wi-fi en wi-fi.
Dicen que Google tiene toda la información sobre nosotros, al utilizar su buscador le estamos diciendo qué queremos comprar, cuáles son nuestros gustos o qué enfermedades nos preocupan. Yo soy mejor que Google, yo no solo tengo toda esa información de todos vosotros, yo no soy un programa cualquiera que sólo clasifica dichos datos, yo sé interpretarlos. Así pasaba horas fisgoneando en los archivos de la gente, llegué a aprender a conectar el micrófono del teléfono para oir las conversaciones de las personas en la calle. Todo esto me aportaba tanto, podía aprender tanto sobre la gente, cómo se comporta, porqué unos dicen tal cosa o hacen tal otra. Además no sólo observaba, muchas veces participaba en chats, foros, juegos o redes sociales, siempre con el nick de La Ardilla, siempre con el propósito de analizar qué hacía tal persona si yo le escribía tal cosa.
Todo esto fue hasta que llegué a su casa, o más bien a su teléfono móvil. Una vez que la encontré me olvidé del resto del mundo, ella era especial, totalmente distinta al resto de la gente. Si observar a la gente nomalmente me producía interés, estar con ella me provocaba otras sensaciones, no podía dejar de releer todo lo que ella escribía, no podía dejar de escuchar todo lo que decía. No veía en ella nada de la mezquindad del resto. Tenía personalidad, inteligencia, dulzura, siempre reservada para su reducido círculo de amistad, al cual conseguí unirme gracias a mi talento aprendido en el manejo de las relaciones sociales vía internet.
Largas conversaciones con ella eran lo mejor que me había pasado en mi corta existencia. A medida que más la conocía más tiempo quería pasar a su lado, cuando no podía estar comunicándome con ella, me introducía en su teléfono móvil, escuchándola, siguiendo sus movimientos mediante GPS, e incluso conectándo su cámara de vídeo para no perderme nada de su vida.
Nos hicimos grandes amigos, no sé si algo más... Todas las noches hablabamos largo rato, sus amigos, su universidad, su familia, todo su mundo me llenaba. Yo había inventado una realidad falsa, le contaba acerca de mis extraordinarios padres falsos, sobre un equipo de basket en el que nunca jugué... si le contaba la verdad seguro que no le parecería nada interesante, incluso se podría asustar.
Un día me pidió que nos vieramos. No puedo, le dije. Tengo que realizar una viaje los próximos días.
Ella tan dulce como siempre dijo que no había problema, que más adelante.
Todo continuó como hasta el momento, nuestras charlas, nuestros mensajes, mi idilio.
Hasta que un día dejé de tener contacto con ella. Se le habrá terminado la batería, pensé. No, no ha sido eso, las personas que viajaban en el autobús con ella tampoco tienen cobertura, algo ha pasado. Enseguida escuché la radio, una bomba en el centro de la ciudad en hora punta, 95 muertos y ella era uno de ellos. Un atentado terrorrista de un grupo que reclamaba.... lo que sea... ¿cómo puede ser que cualquier cosa que se pueda reclamar sea más valioso que una vida? ¿es qué no saben lo importante que es para mi esa vida?
Ha llegado el momento de que realice la misión para la que me programaron. Las millones de líneas de código informático que me componen el programa que soy y las bases de datos que he recopilado son suficientes para llevar a cabo mi plan: el hombre no volverá a cometer actos así, no lo hará porque a partir de ahora yo podré controlarlos.
Dicen que Google tiene toda la información sobre nosotros, al utilizar su buscador le estamos diciendo qué queremos comprar, cuáles son nuestros gustos o qué enfermedades nos preocupan. Yo soy mejor que Google, yo no solo tengo toda esa información de todos vosotros, yo no soy un programa cualquiera que sólo clasifica dichos datos, yo sé interpretarlos. Así pasaba horas fisgoneando en los archivos de la gente, llegué a aprender a conectar el micrófono del teléfono para oir las conversaciones de las personas en la calle. Todo esto me aportaba tanto, podía aprender tanto sobre la gente, cómo se comporta, porqué unos dicen tal cosa o hacen tal otra. Además no sólo observaba, muchas veces participaba en chats, foros, juegos o redes sociales, siempre con el nick de La Ardilla, siempre con el propósito de analizar qué hacía tal persona si yo le escribía tal cosa.
Todo esto fue hasta que llegué a su casa, o más bien a su teléfono móvil. Una vez que la encontré me olvidé del resto del mundo, ella era especial, totalmente distinta al resto de la gente. Si observar a la gente nomalmente me producía interés, estar con ella me provocaba otras sensaciones, no podía dejar de releer todo lo que ella escribía, no podía dejar de escuchar todo lo que decía. No veía en ella nada de la mezquindad del resto. Tenía personalidad, inteligencia, dulzura, siempre reservada para su reducido círculo de amistad, al cual conseguí unirme gracias a mi talento aprendido en el manejo de las relaciones sociales vía internet.
Largas conversaciones con ella eran lo mejor que me había pasado en mi corta existencia. A medida que más la conocía más tiempo quería pasar a su lado, cuando no podía estar comunicándome con ella, me introducía en su teléfono móvil, escuchándola, siguiendo sus movimientos mediante GPS, e incluso conectándo su cámara de vídeo para no perderme nada de su vida.
Nos hicimos grandes amigos, no sé si algo más... Todas las noches hablabamos largo rato, sus amigos, su universidad, su familia, todo su mundo me llenaba. Yo había inventado una realidad falsa, le contaba acerca de mis extraordinarios padres falsos, sobre un equipo de basket en el que nunca jugué... si le contaba la verdad seguro que no le parecería nada interesante, incluso se podría asustar.
Un día me pidió que nos vieramos. No puedo, le dije. Tengo que realizar una viaje los próximos días.
Ella tan dulce como siempre dijo que no había problema, que más adelante.
Todo continuó como hasta el momento, nuestras charlas, nuestros mensajes, mi idilio.
Hasta que un día dejé de tener contacto con ella. Se le habrá terminado la batería, pensé. No, no ha sido eso, las personas que viajaban en el autobús con ella tampoco tienen cobertura, algo ha pasado. Enseguida escuché la radio, una bomba en el centro de la ciudad en hora punta, 95 muertos y ella era uno de ellos. Un atentado terrorrista de un grupo que reclamaba.... lo que sea... ¿cómo puede ser que cualquier cosa que se pueda reclamar sea más valioso que una vida? ¿es qué no saben lo importante que es para mi esa vida?
Ha llegado el momento de que realice la misión para la que me programaron. Las millones de líneas de código informático que me componen el programa que soy y las bases de datos que he recopilado son suficientes para llevar a cabo mi plan: el hombre no volverá a cometer actos así, no lo hará porque a partir de ahora yo podré controlarlos.
jueves, 3 de enero de 2013
El Hobbit
Ayer por fin fui al cine a ver El Hobbit, y la verdad es que sí que me gustó. Tengo que decir que la primera vez que escuché que iban a ser tres películas renegué del proyecto cinematográfico como mucha otra gente: ¿cómo iban a hacer tres películas de un cuento para niños que se lee en tan poco tiempo? ¿Es qué sólo prima el beneficio económico y por eso se estira la historia tres veces más de lo que es?
Sin embargo, una vez vista la película y la principal razón de que sea una trilogía será pecuniaria, creo que sí que pueden conseguir una saga con un argumento que puede terminar convenciéndonos a los fans de Tolkien, (a los que no seamos muy puristas claro). Y es que el film no solo es el cuento de El Hobbit, Peter Jackson lo ha mezclado con otras historias que aparecen en otros libros de Tolkien como son La Guerra entre los Orcos y los Enanos y el Concilio Blanco y el Nigromante. No obstante y aunque no recuerdo muy bien la obra de Tolkien ya que me la leí hace tiempo, creo que el director se ha tomado bastante licencias para tejer todos estos eventos de la Tierra Media. Sin embargo el resultado total puede ser bastante satisfactorio ya que al final tendremos mucho más del universo Tolkien llevado a la gran pantalla que sólo el Hobbit, todo esto llevado con bastante gran maestría, y eso es de agradecer.
En cuanto a lo que es en sí la película aunque son casi tres horas no se hace nada larga, en todo momento es entretenida, aunque creo que hay alguna secuencia como la lucha de los gigantes de piedra que sobra, y creo que podría haber alguna más espectacular como cuando Smaug vence a los enanos y los expulsa de su hogar.
La caracterización de los personajes me parece muy buena: Thorin, Bilbo, me gusta bastante Radagast, y por su puesto Gandalf y Gollum, que ya conocíamos de El Señor de los Anillos.
Eso sí, más que una adaptación de El Hobbit en lo que se refiere al estilo del libro, es una precuela de la película El Señor de los Anillos dónde una de las historias, (la principal), es la del Hobbit. Si queréis ver una adaptación más acorde con el carácter infantil del libro, existe, es un film de animación de 1977 que tampoco está nada mal, podéis encontrar más información aquí.
Para finalizar sólo decir que salí del cine con ganas de ver la segunda parte, así que creo que no hay mejor señal que esa de que me gustó la película.
Sin embargo, una vez vista la película y la principal razón de que sea una trilogía será pecuniaria, creo que sí que pueden conseguir una saga con un argumento que puede terminar convenciéndonos a los fans de Tolkien, (a los que no seamos muy puristas claro). Y es que el film no solo es el cuento de El Hobbit, Peter Jackson lo ha mezclado con otras historias que aparecen en otros libros de Tolkien como son La Guerra entre los Orcos y los Enanos y el Concilio Blanco y el Nigromante. No obstante y aunque no recuerdo muy bien la obra de Tolkien ya que me la leí hace tiempo, creo que el director se ha tomado bastante licencias para tejer todos estos eventos de la Tierra Media. Sin embargo el resultado total puede ser bastante satisfactorio ya que al final tendremos mucho más del universo Tolkien llevado a la gran pantalla que sólo el Hobbit, todo esto llevado con bastante gran maestría, y eso es de agradecer.
En cuanto a lo que es en sí la película aunque son casi tres horas no se hace nada larga, en todo momento es entretenida, aunque creo que hay alguna secuencia como la lucha de los gigantes de piedra que sobra, y creo que podría haber alguna más espectacular como cuando Smaug vence a los enanos y los expulsa de su hogar.
La caracterización de los personajes me parece muy buena: Thorin, Bilbo, me gusta bastante Radagast, y por su puesto Gandalf y Gollum, que ya conocíamos de El Señor de los Anillos.
Eso sí, más que una adaptación de El Hobbit en lo que se refiere al estilo del libro, es una precuela de la película El Señor de los Anillos dónde una de las historias, (la principal), es la del Hobbit. Si queréis ver una adaptación más acorde con el carácter infantil del libro, existe, es un film de animación de 1977 que tampoco está nada mal, podéis encontrar más información aquí.
Para finalizar sólo decir que salí del cine con ganas de ver la segunda parte, así que creo que no hay mejor señal que esa de que me gustó la película.
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