Como pudisteis observar hasta la semana pasada hice un parón en el blog, me tocaban vacaciones. Tres semanas descansando del trabajo, dos de ellas en ese estupendo pueblo que todos conocéis y otra en Tenerife. Del viaje a la isla canaria es de lo que hablaré.
Durante esa semana nos alojamos en el Puerto de la Cruz en el Orotava Palace, un hotel cómodo, limpio, con buena comida y cerca del mar. En cuanto al Puerto de la Cruz es una población turística por excelencia, lo cual me sorprendió ya que las playas que tiene son bastante malas, son de arena muy gorda y piedras. Eso sí, tiene un bonito paseo marítimo y muchas opciones para el turista, entre las que recomiendo los lagos Martianez, unos lagos artificiales de agua salada diseñados por César Manrique.
De todas formas, en el Puerto no permanecimos mucho tiempo y recorrimos la isla en busca de los lugares más bellos de la isla.
Empezaremos por las playas, las playas de arena blanca se encuentran al sur de la isla, y en el norte encontraremos playas de arena negra, sin embargo el color no es inconveniente ninguno, ya que una de las playas que más me gustó fue una de estas, la de Benijo. Benijo es una cala algo apartada, cerca de Taganaga, con una arena tan negra que cuando te ensuciabas de ella parecía chapapote, pero debido a su arena fina, a su tranquilidad y su precioso paisaje creo que merece la pena. Otra playa interesante es la de las Teresitas, creada con arena traída del Sahara; su agua clara y sus pocas olas hacen que nadar en sus aguas sea bastante agradable.
En contra de lo que yo podría pensar en un principio Tenerife no sólo son playas, si no que tiene una serie de parajes naturales dignos de visitar. El lugar que todo el mundo conoce es el Teíde, a cuya cima no pudimos subir debido a que el teleférico no funcionaba por culpa del viento. Sin embargo las Cañadas del Teíde, (así se llama su Parque Natural), con su paísaje fruto de la acción volcánica, ofrece unas vistas que realmente parecen de fuera de este mundo, eso sí se trata de un terreno desolado y desierto. Otro de los sitios que merece la pena visitar es la parte noroeste de la isla, destacando el barranco de Masca. Aunque la carretera es bastante chunga, merece la pena las vistas de esta zona montañosa, vistas dónde se mezcla la montaña, el mar, las nubes y a lo lejos la isla de la Gomera. El último paraje natural que aconsejo es el Barranco del Infierno, en la parte sur de la isla, cerca de Adeje. El comienzo de la caminata por el barranco es bastante árido, pero sobre los cuarenta minutos se llega a un autentico vergel, lleno de árboles, rocas, vegetación y un pequeño arroyo que hay que seguir hasta llegar al final del recorrido: la cascada del Barranco del Infierno. Un bonito premio para los sentidos después más de hora y media de camino.
Además de todo esto, tenemos los pueblos de Tenerife. Nosotros visitamos Icod de los Vinos dónde se encuentra el famoso Drago Milenario, quizás el árbol más viejo de España con 800 años. Cerca de allí también estuvimos en el bonito pueblo de Garachico. Finalmente, el lugar urbano que más merece la pena visitar en la isla es La Laguna, ciudad Patrimonio de la Humanidad, que conserva perfectamente la arquitectura de la época colonial. Desde la Oficina de Turismo suelen salir visitas guiadas por la ciudad de forma gratuita, en las que te muestran la parte antigua de la Laguna.
Otra cosa a destacar de la isla son algunos de sus productos gastronómicos: nos pusimos hasta arriba de esas buenísimas papas arrugadas con mojo picón. Y nos trajimos un par de botellas de licor de plátano y de ron-miel, que estaremos deseosos de compartir con todos.
Las fotos son por este orden de las Cañadas del Teíde, la cascada del Barranco del Infierno, el Drago Milenario, el Barranco de Masca y la playa de Benijo.
2 comentarios:
Achooooo tio, ¿no fuistes a la Orotava? Mira que te lo dije, que era muy chulo este pueblo; a mi me gusto mucho más que La Laguna, aunque claro, para gustos los colores.
La Orotava siempre formó parte de nuestro plan...y se quedó para el final por tenerla tan cerca de nuestro alojamiento, cosa que nos pasó factura...porque los asuntos de última hora y las prisas no nos lo permitieron...Tal vez fue una excusa inconsciente para volver a la Isla.
En cuanto a la Laguna, creo que su encanto lo encontramos porque nos la enseñó una simpática "lagunera" a través de sus ojos canarios y que nos llenó el paseo de leyendas y curiosidades...
En cualquier caso, yo me quedo con la Naturaleza tinerfeña donde no llegó la mano del hombre..
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