Ayer terminé de leerme la obra de ciencia ficción "La voz de los muertos" de Orson Scott Card. El libro es la segunda parte de "El juego de Ender", por lo que me esperaba una historia parecida, continuación de la anterior. El juego de Ender trata sobre el entrenamiento militar especialmente preparado para formar al mejor general que haya habido nunca, el que debe ser el héroe que libre a la Tierra del peligro de los insectores, (alienígenas aparentemente hostiles con una tecnología superior).
La historia de "La voz de los muertos" transcurre 3000 años después de “El juego de Ender”. El hombre ya se ha extendido por multitud de planetas y ha encontrado una segunda especie alienígena inteligente: los cerdis. Al contrario que en la primer parte, los cerdis se encuentran en un estado tecnológico similar a nuestra prehistoria. Con este escenario, el argumento gira en torno a la familia encargada de estudiar a los cerdis, la llegada de Ender a dicha familia, y de cómo juntos intentan que los cerdis se integren para que puedan vivir en armonía con los hombres.
El libro, al igual que la anterior parte, te engancha enseguida; tiene una interesante trama que siempre deja algo por descubrir y aporta ideas muy originales dentro de la ciencia ficción. No obstante, fue galardonado con los tres premios más importantes del género (el Locus, Hugo y Nébula). La única pega es una serie de pequeñas incongruencias en el argumento, que no impiden que sea un libro completamente recomendable.
Una de las reflexiones más interesantes de la novela y sobre la que gira parte del argumento hace referencia a los conceptos de ramen y varelse. Los ramen son los “extranjeros que reconocemos cómo humanos pero de otra especie”. Los varelse, “son los auténticos alienígenas, incluyendo a todos los animales, con los cuales no es posible la conversación. Viven, pero no podemos adivinar qué propósitos o causas les hacen actuar. Puede que sean inteligentes, puede que sean conscientes de sí mismos, pero no tenemos medio de saberlo”. En el universo de Scott Card surge el dilema de clasificar tanto a los cerdis y a los insectores como ramen o varelse. Ender trata de entender a estas dos razas como ramen, y por lo tanto tratarlos como iguales, como humanos. Sin embargo, no es fácil que la humanidad los acepte como tal, el hombre por naturaleza tiene miedo de lo extraño, si no comprendemos las razones de los varelse los tememos y por lo tanto, la mejor solución es terminar con ese peligro mediante la violencia si es necesario. En un par de ocasiones, se compara a Ender con Pizarro, intentando entender al pueblo recién descubierto. De hecho hace 500 años Pizarro y los europeos casi pensaban que las tribus indígenas eran varelse, y por eso los sometieron y en algún caso exterminaron. Incluso ahora ocurre algo parecido: en el mundo occidental no comprendemos al mundo árabe y viceversa, y muchos piensan que en lugar de intentar convivir es mejor eliminar el problema sometiendo al contrario. En “La voz de los muertos” en clave de ciencia ficción aparece este problema y se aboga por el entendimiento entre los pueblos, para una feliz convivencia entre todos.
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